El mes pasado el Congreso Mundial de la Juventud tuvo lugar en Honolulu, Hawái. A lo largo de los años, más de 10,000 jóvenes utilizaron esta plataforma para abogar por sus necesidades ante los líderes y apoyar el desarrollo de soluciones lideradas por jóvenes para superar retos en muchas áreas, incluyendo la gobernabilidad democrática. Una de las preguntas clave y oportuna que el Congreso exploró fue ¿cómo pueden los líderes jóvenes mejorar su interacción con tomadores de decisiones locales, nacionales y globales, e influir en sus decisiones? Desde 1999, cuando el organismo de Naciones Unidas declaró el 12 de agosto como el Día Internacional de la Juventud, cada vez más hay un creciente reconocimiento de que los jóvenes en todas partes son agentes de cambio y actores críticos en la promoción, mantenimiento, renovación y sostenibilidad de la gobernabilidad democrática. Cada 12 de agosto, las Naciones Unidas han puesto de relieve una cuestión de políticas particular para destacar las funciones y las contribuciones de los jóvenes. Este año, por ejemplo, el Día Internacional de la Juventud 2017 se dedicará a celebrar las contribuciones de los jóvenes a la prevención y transformación de los conflictos, así como a la inclusión, la justicia social y la paz sostenible.
Todos hemos experimentado, como jóvenes o adultos, la energía y la esperanza cuando interactuamos con jóvenes en proyectos, capacitación y otras iniciativas. Los jóvenes tienen una perspectiva transformadora sobre el mundo, singularmente arraigada en la creencia de que pueden hacer un cambio significativo en la sociedad. Anhelan ser empresarios sociales y políticos y asumir roles de liderazgo en empresas, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil. Vimos esto de primera mano cuando organizamos e implementamos más de una docena de Talleres de Auditoría Social para Jóvenes Líderes y Emprendedores. Los talleres se convirtieron en una plataforma de discusión y debate sobre una variedad de temas de políticas públicas, muchos relacionados con la juventud, y otros relacionados con el contexto y la situación general de la gobernabilidad democrática. En el trabajo con jóvenes se aprende y es una oportunidad para ver el mundo a través de liderazgo joven, lo cual ofrece un sentido de optimismo y esperanza.
Al mismo tiempo, en la interacción con los jóvenes uno reconoce los enormes desafíos que todavía existen alrededor de la participación de jóvenes en la gobernabilidad democrática. En muchas partes del mundo, los jóvenes constituyen grandes porciones de la población y, sin embargo, parecen poco representados políticamente. A nivel mundial, hay más jóvenes en el mundo que nunca antes, creando un potencial sin precedentes para el progreso económico y social. Hay alrededor de 1.8 mil millones de jóvenes entre las edades de 10 y 24 – la mayor población juvenil de la historia. Muchos de ellos se concentran en los países en desarrollo. De hecho, en los 48 países menos desarrollados del mundo, los niños y adolescentes constituyen la mayoría de la población. Pero los números no necesariamente se traducen a mayor participación.
Aunque la juventud vibrante tiene mucho que ofrecer a la humanidad en términos de innovación, trabajo y entusiasmo, demasiados de estos jóvenes ven su potencial obstaculizado por la pobreza extrema, la exclusión, la discriminación o la falta de información. Esto se exacerba aún más por la falta de oportunidades de empleo dirigidas a los jóvenes, insuficientes programas de capacitación práctica que satisfagan las demandas del mercado de trabajo y un acceso deficiente a los servicios que ayudarían a los jóvenes a crear sus propias oportunidades. El Informe sobre Desarrollo Humano de los países Árabes del 2016, que se enfocó exclusivamente en la juventud, puso de relieve no sólo las barreras y los desafíos para la participación de los jóvenes, sino también propuso una estrategia de empoderamiento para que los jóvenes puedan reconstruir las sociedades árabes.
Las aspiraciones de los jóvenes son comunes a todas las aspiraciones, de adultos y jóvenes. Por ejemplo, en 2015 se llevó a cabo la encuesta mundial El Mundo que Queremos dirigida a los ciudadanos, incluidos los jóvenes, para identificar las principales cuestiones que marcarían la mayor diferencia en la vida de los encuestados y establecer prioridades. Cuando los datos son filtrados por encuestados de edades de 16-30 años, los 5 temas principales tienen que ver con educación, salud, oportunidades de trabajo, un gobierno honesto y receptivo y acceso a comida.
A pesar de estas aspiraciones, los jóvenes no están necesariamente participando en procesos electorales para traer cambio e influir en las decisiones. La abstención de los votantes jóvenes es una fuente primaria de preocupación en muchos países. Las conclusiones de la Encuesta Mundial de Valores realizada entre 2010 y 2014 muestran diferencias significativas en la participación de votantes entre personas de 25 años o menos y aquellas de 26 años o más (Gráfica 1 abajo). La investigación abarcó 59 países que representan a todas las regiones del mundo.
Este es un reto tanto para las democracias más antiguas, como las más jóvenes. Por ejemplo, en las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos, entre los llamados “milenarios” (jóvenes entre las edades de 18-29 años) sólo el 50% de los votantes elegibles votaron, en lo que se calificó como una elección transformadora. Dos tercios de los milenarios suizos se quedaron en casa el día de las elecciones en 2015, y se calculó que sólo el 36% de las personas de entre 18 y 24 años en el Reino Unido votaron en el referéndum Brexit de la UE. La votación en Brasil es obligatoria desde los 18 años y opcional desde los 16 años. Sin embargo, el número de votantes jóvenes sigue disminuyendo. En Sudáfrica, los estudios muestran que un alto porcentaje de jóvenes no votan y desconfían de la política formal. En Colombia, un reciente estudio por el Observatorio de la Democracia muestra que solo el 20% de los jóvenes encuestados, tenía confianza en los procesos electorales del 2016, comparado con cerca del 40% de la población adulta.
Pero más allá de las elecciones, al considerar la participación más amplia de los jóvenes en la gobernabilidad democrática hoy en día, se encuentra una cierta paradoja. En teoría, los espacios para la participación de los jóvenes en la vida pública parecen más numerosos. Tienen más herramientas, más tecnología, más libertades y más opciones que otras generaciones de jóvenes anteriores. Sin embargo, la evidencia disponible sugiere que no están participando totalmente en la gobernabilidad democrática. Si, se puede ver a la gente joven en las calles de Venezuela, Rusia, Francia, México, Sud África, y las Filipinas protestando y desafiando el statu quo y las políticas. Sin embargo, las protestas y participación en las calles, no está necesariamente traduciéndose en más participación institucional. Parece que hay una tendencia decreciente in formas más tradicionales de participación juvenil en gobernabilidad democrática (votar en elecciones, partidos políticos, correr para puestos que se eligen por elección, interactuar con sus representantes), y una tendencia creciente en actividades de participación más informal (protestas, medios sociales, firmando peticiones, data jams).
Los jóvenes, como los adultos, parecen estar desencantados con el estado actual de la democracia nacional, y la indiferencia hacia, y su alejamiento de, la gobernabilidad democrática, parece estar creciendo. La gobernabilidad local ha ofrecido una alternativa y oportunidades adicionales para que los jóvenes participen y se involucren. Sin embargo, incluso en el espacio local, donde el gobierno está más cerca a los ciudadanos, y donde los problemas son más cotidianos, la participación de los jóvenes sigue siendo limitada y crecientemente divorciada de las estructuras formales institucionales de la gobernabilidad democrática.
Como una colega y yo planteamos en una ponencia sobre La participación de jóvenes en las política públicas a través de procesos de auditoria social, en parte hay muchas expectativas en la agencia juvenil para resolver los actuales desafíos económicos y sociopolíticos, y a menudo la participación juvenil se la usa equivocadamente como una panacea. Si bien la vibrante energía y perspectivas frescas de los jóvenes son insumos valiosos para la gobernabilidad democrática, su impacto no es automático. Estas altas expectativas se ven atenuadas por la vulnerabilidad de los jóvenes a la pobreza, la delincuencia, la violencia y la exclusión. Se han planteado también preocupaciones acerca de hasta qué punto los jóvenes tienen la capacidad o los conocimientos necesarios para navegar por las complejas aguas de la participación en la gobernabilidad democrática de hoy. Por último, la falta de un entorno democrático propicio para apoyar su espíritu empresarial social y político podría también ser también un factor limitante para la participación de los jóvenes, en particular a nivel local.
Por ejemplo, un estudio que realice en 2014 en cuatro gobiernos locales de América Latina ofrece algunas luces sobre los desafíos y temas alrededor de la promoción de la participación de jóvenes en la democracia local. Tres lecciones principales surgieron de este estudio que podrían ser relevantes para entender la dinámica de la participación de los jóvenes en la gobernabilidad local.
1.Importante decodificar la dinámica de la participación política juvenil en el ámbito local
- La percepción persiste que las respuestas en forma de políticas públicas en el ámbito de juventud todavía la tienen el gobierno nacional, más que el local.
- El fomento de la participación política juvenil se enmarca más alrededor de temas de derechos y de prevención de riesgo, que en términos de alianzas.
- La exclusión social y económica, así como la falta de interés, de tiempo y/o percepción de inutilidad o efectividad de la participación fueron mencionadas por los y las jóvenes como barreras.
2. Diversas motivaciones de organizarse y participar
- Las organizaciones locales no eran necesariamente reacciones ante los macro problemas que enfrentan los jóvenes, sino más bien existían porque los jóvenes de estas organizaciones percibían un problema más micro (falta de campos de futbol, falta de espacios artísticos, falta de transparencia en el presupuesto municipal, contaminación de un ecosistema local) y algún grado de apertura y disposición de los gobiernos locales a reconocer los problemas y tratar de hacer algo al respecto.
- Había un fuerte componente en las organizaciones sociales juveniles que hacía que los jóvenes se sientan parte de una colectividad, que compartan percepciones del presente y aspiraciones de futuro. La organización social juvenil en este caso era una forma de identidad colectiva para enfrentar la exclusión y la inseguridad ante posibles amenazas (violencia, drogas, exclusión económica).
- La pertenencia al grupo o formar parte de una iniciativa juvenil, era parte de un proceso que se alimentaba de acciones y resultados tangibles, y que iba evolucionando a través del tiempo. Los jóvenes expresaban que en principio muchos de ellos se involucran en las organizaciones juveniles antes que nada para conocer a otros jóvenes.
- Los jóvenes participaban donde perciben que los toman en cuenta, y en aquellos espacios que perciben como “no politizados.”
3. Diferentes estrategias y capacidad de incidencia política y en políticas públicas
- En general, si bien los jóvenes reconocen la ineficacia de los sistemas políticos locales para representar sus intereses y resolver los grandes problemas (de empleo, de inseguridad, de oportunidades), a su vez dejan abierta la posibilidad de interactuar con los actores políticos locales, en temas de interés inmediato y de relevancia local.
- Los jóvenes se ven por un lado como sujetos de derechos y políticas públicas, pero también están dispuestos a ser protagonistas de la acción ciudadana, en particular de aquellas que responden sus demandas concretas.
- Una gran mayoría de los jóvenes favorecían un mayor protagonismo en el ciclo de políticas públicas. Al mismo tiempo, mostraban un alto nivel de desconfianza hacia el manejo de fondos públicos por parte del gobierno en general (nacional o local).
Estudios e investigación sobre la gobernabilidad local y la juventud son escasos, y la mayoría no tiene análisis comparativo de diferentes contextos. Si bien la literatura actual proporciona una visión útil de los desafíos y las oportunidades, no responde a preguntas más amplias sobre cómo los jóvenes participan en los gobiernos locales y el impacto de esa participación. Hay muchas formas diferentes de participación de los jóvenes – desde retroalimentando la entrega de servicios, hasta la participación de los jóvenes como concejales, alcaldes y miembros de las estructuras formales de gobernabilidad. Estas diversas formas están en un continuo, desde oportunidades individuales y no estructuradas de participación, hasta estructuras de participación colectivas y más formales.
Hoy en día, los medios de comunicación social son también otra plataforma para que los jóvenes participen. Los jóvenes en Facebook, Twitter y YouTube para mencionar solo algunas plataformas de medios sociales pueden participar en debates con amigos o usuarios, compartir información y noticias, publicar opiniones e incluso publicar información errónea. La tecnología permite a los interesados en la política adquirir conocimientos especializados y participar en una variedad de discusiones, tales como como reforzar sus puntos de vista e ideas con amigos de su red, o debatir distintos puntos de vista. Los jóvenes se unen a las comunidades y están en constante comunicación. Si bien este tipo de participación es valiosa como herramienta para movilizar, organizar y deliberar, también disminuye el valor de estar juntos en un espacio político, tener conversaciones presenciales y diálogo, y traer el cambio e influir en las políticas públicas. Dada la complejidad de los sistemas políticos actuales, involucrar a los jóvenes cara a cara, a través de enfoques integrados y más amplios alrededor de ciudadanía, y no sólo a través de enfoques virtuales y más estrechos centrados solo en los jóvenes, puede tender un puente entre esferas tradicionales y nuevas de participación.
La expansión hacia abajo de la gobernabilidad democrática, desde los niveles nacionales a los locales, constituye a su vez un desafío y una oportunidad para la participación de los jóvenes. Uno de los principales retos de la participación de los jóvenes no es la apatía o abstención, sino la capacidad – incluyendo el conocimiento de enfoques específicos que pueden aplicarse a la participación política en los diferentes niveles del ciclo de políticas públicas y en los diferentes niveles de gobierno. Deben ampliarse y apoyarse iniciativas novedosas como la iniciativa de 50/50 Youth, invitar a los jóvenes a participar y buscar su opinión, y también la dedicación y la inversión en más investigación comparada sobre cuestiones de política de juventud.
No hay duda de que los jóvenes pueden ser motores de cambio e innovación, así como agentes de cambio para la gobernabilidad democrática. Sin embargo, para que estas transformaciones ocurran, el entorno propicio debe ofrecer incentivos, medios y oportunidades para que influyan en el ciclo de políticas públicas. Es importante seguir trabajando en al menos dos dimensiones: 1) fortalecer los espacios de gobernabilidad democrática, en particular el espacio local para aumentar las oportunidades de participación de los jóvenes en los procesos de toma de decisiones; e 2) invertir en mejorar las capacidades, para fortalecer sus habilidades, y para que puedan navegar en las complejas aguas de la gobernabilidad democrática.
Esta estrategia de dos puntas ayudará a enfocarse en la participación de los jóvenes más allá de las elecciones y ayudar a los jóvenes a buscar soluciones innovadoras a los problemas estructurales dentro de sus comunidades y hacer que estas soluciones sean más sostenibles. Los jóvenes deben poder participar en el debate y el diálogo sobre políticas públicas. Una condición clave es buscar y captar conocimiento, y aprender haciendo. Entonces, acerquemos la gobernabilidad democrática a los jóvenes.